Sábado, 27 Abril 2024

"Cinco panes y dos peces" para no morir

Publicado el Sábado, 26 Agosto 2023 20:30 Escrito por

Nos preguntamos por qué ganó Milei, como si su triunfo en las PASO fuese un fenómeno. ¿Fue un fenómeno el triunfo de Milei? El fenómeno es algo que aparece, que no estaba previsto, que no se lo esperaba, pero esto fue un fenómeno sólo para algunos sectores, los que estaban adentro de cuatro paredes; sin embargo, para los más humildes, los de clase media baja y la mayoría de los jóvenes de todas las clases sociales, no había sorpresa; estaba claro que Milei era su elección. Los que no lo tenían en claro eran la clase media mediana y alta, si podríamos estratificarla así. No obstante, un hegemónico pensamiento autoritario se expresó en todos estos sectores. En los primeros, con Milei, y en los segundos, con Bullrich. No fue un fenómeno; fue una consecuencia.

La consecuencia obedece, en primer lugar, al descreimiento de la Política. No sólo por la ignorancia casi absoluta de que la Politica atraviesa todas las acciones de la sociedad y se la confunde con la política partidista y de gobierno, sino por la politiquería. Esto ocurre por los malos ejemplos de los políticos, como de las malas prácticas políticas: el clientelismo, el padrinazgo, el nepotismo, la falta de periodicidad de funciones, la burocracia política, el verticalismo partidario, el paternalismo político, la pseudoingeniería electoral, el prebendismo etc. Todas malas prácticas que no son la Política. Son avaricia y ambición.

“Quiero ser el muchacho que ofreció todo lo que tenía; nada más que cinco panes y dos peces. Pero era todo lo que tenía. Para ser instrumento del amor de Jesús” F.X. Nguyen van Thuan.

En segundo lugar, los malos gobiernos; han generado y profundizado la desigualdad, con inflación, feudalismos provinciales e institucionales, decisiones alejadas de las necesidades y problemáticas de la población, de sus creencias y cultura; las decisiones políticas sin consulta y las malas decisiones. También la irresponsabilidad de políticas que perjudican a la gente, como priorizar pagos de deuda externa ilegítima, cumplir con legalismos, favorecer a los sectores de la riqueza concentrada, ausencia de control financiero y bancario, etc.

En tercer lugar, la involución de los movimientos populares, que han dejado de ser instituyentes, carentes de utopías y de objetivos transformadores. Insisten con ideas, pensamientos y discursos remanidos alejados de la realidad política, alejados de los intereses de la población, de la palabra, de los sentimientos y emociones del pueblo, movimientos representados y convertidos por aparatos políticos burocráticos, con dirigentes aburguesados, negociadores, conciliadores… y que han hecho de la política una profesión de ascenso social, un camino para ganar dinero y hacer negocios, pero, sobre todo, representar a los Grupos de Poder.

En cuarto lugar, la hegemonía ideológica de los medios de comunicación y redes sociales, tanto en tecnología como en contenido, al punto de crear e inducir, en los sectores humildes, en la clase media y en los jóvenes, una adicción compulsiva al entretenimiento, a la información, al deseo y al placer, a la inmediatez de la vida y a la fantasía de pertenecer a un palacio de cristal, aunque sea virtual, con individualismo y valores economicistas. Pero, además de esa adicción compulsiva al contenido, a la necesidad por esa misma adicción de evitar la obsolescencia tecnológica, principalmente de los celulares, que, si no se los cambia periódicamente, quedan inútiles para programas y aplicaciones. La adicción de los adultos y adultos mayores a las Redes Sociales, se realiza principalmente a través de Facebook, y en menor medida Twitter -salvo los políticos. Pero, en los sectores humildes, de clase media baja, media, y jóvenes en general, son populares WhatsApp, Instagram, Tik Tok, Twitter y similares.

En quinto lugar, la intencionalidad de los Grupos del Poder financiero, industrial, agropecuario y comunicacional, de mantener la desigualdad social, buscando la rentabilidad infinita con el consumo infinito a través de la producción infinita, con una masa de mano de obra barata y con ingresos de subsistencia. No les importa si esa rentabilidad va a contramano de los intereses soberanos del país, si encajan o están en connivencia geopolíticamente con el mundo unipolar que se impone desde los países centrales. Les interesa incidir, por un lado, en las decisiones políticas del gobierno, y por el otro, en la mente de la población, con el único fin de logros económicos.

La conjunción de estos elementos, y la consecuente fragmentación del pensamiento en la sociedad argentina, ha sido el caldo de cultivo para la hegemonía de un pensamiento autoritario extremo. Necesidades básicas insatisfechas, tanto reales, como de expectativa y virtuales, pérdida de credibilidad de la Politica y de los Políticos, de las ideas y pensamientos de los Movimientos Populares, sumadas las crisis de gobernabilidad, dado la incapacidad de los gobiernos de solucionar problemáticas graves de pobreza, inflación, inseguridad y narcotráfico, con la mentira e hipocresía atravesando y exacerbando sentimientos y emociones, han generado la viabilidad de esa construcción autoritaria extrema.

Pero esta construcción autoritaria extrema, ha dado una respuesta de fe, esperanza y certezas a la población, que ningún partido político ni el gobierno han dado. Ningún partido político ni movimiento popular ha sido creíble para generar fe, esperanza y certezas. Milei se las ha dado a la población; les ha dado una respuesta disparando a un blanco muy nítido, muy claro, que la gente ve y cree, aunque sea un objetivo mentiroso: la Política y el Estado. Ataca a la Politica debido a la corrupción política, y ataca al Estado por los malos gobiernos. Ambas acusaciones son ciertas. Pero lo que no dice Milei, es que los Grupos de Poder, esos dueños de la riqueza argentina que manejan la política real y tienen de sirvientes a los políticos, son los que establecen precios y tarifas, el valor del trabajo y del dinero, son los dueños invisibles del dólar y del mercado financiero, y los que hacen las corridas cambiarias generando verdaderas crisis que pagamos todos los argentinos.  Por otro lado, ataca al Estado, porque en realidad quiere –como ellos- un Estado que no intervenga en los negocios, que no vigile a los empresarios, que se desentienda de las problemáticas sociales, y en lo posible que sea un Estado que deje enriquecer a los que más tienen, en nombre de la libertad. Un Estado que les permita explotar y vender los recursos naturales soberanos del país, y que los servicios elementales de salud, educación, ciencia y seguridad sean ámbitos de rentabilidad privada. Es contraproducente a los derechos universales, hoy reconocidos por la sociedad, pero no todos legalizados, ya que no todos los países aceptan que la Salud, la Educación, la Energía y las Comunicaciones deban ser públicas y gratuitas. Sin contar el alimento, el vestido y la vivienda que también son derechos que hacen a la dignidad de las personas.

Esta construcción autoritaria se realiza atacando también a los conceptos y creencias elementales de la cultura y dignidad humana, que hacen a la convivencia social: Dice –por ejemplo- que es mentira que donde hay una necesidad hay un derecho. Que es una perversión la Justicia Social. Que la salud y la educación se deben pagar.  Que las provincias no tienen derecho a la coparticipación federal. Que el artículo 14bis de la Constitución se debe anular. (En realidad es el articulo comprimido de la Constitución del ‘49 que los militares de la Dictadura del ‘55 no pudieron dejar de incorporar). Acusa y ataca a los Políticos, al Estado y a la Iglesia, pero no acusa y ataca a los verdaderos responsables de la mala política de los malos gobiernos y los auténticos causantes de la crisis: los dueños de la riqueza concentrada en argentina.

Esta construcción autoritaria extrema, que promete una salida y esperanza con decisiones y certezas, en realidad es mentirosa, porque propone la concentración del Capital como objetivo central, a través de un Capitalismo Militarizado, donde la Ley y la Constitución no importen ni sean un obstáculo, de lo que se deduce que tampoco importará la existencia o no del Congreso, de los Partidos Políticos, de los Sindicatos y de las Organizaciones sociales. Y decir que no existirán, implica que no existirán. Para dicho objetivo, indudablemente que habrá represión, judicialización y persecución ideológica como chivo expiatorio. Porque las consecuencias de la aplicación de una política Capitalista Militarista necesita de chivos expiatorios como culpables de todos los males y dificultades, a fin de distraer a la población de la pérdida de su libertad.  

Si vamos a situaciones concretas, en San Luis, recientemente en las elecciones de intendentes y gobernador, no se ha votado ideológicamente. Contrariamente a lo que se cree, se ha votado lo que se veía venir hace rato: se ha votado salir de la asfixia política, de la digitación de candidatos, de la politiquería, de la burocracia política, de la no participación. Para subrayar esto, la elección de las PASO, dejó ver que toda la Provincia votó al autoritarismo, rechazando de plano la mentira, a los políticos de siempre y a los movimientos políticos tradicionales, oficialistas y oposición. Y no fue necesario ningún aparato político de envergadura, ni militantes, ni plata. Esto demostró que la población se moviliza cuando se les habla de lo que todos ven, cuando se les dice qué se va a hacer, cuando se les asegura tajantemente que no habrá absolutamente ningún obstáculo para impedirlo… entonces apoya y acompaña.

Si nos preguntamos si esta elección de Milei produce miedo, indudablemente que sí. Es parte de la campaña del temor, que por un lado amenaza, pero que también aglutina a los inseguros, desata instintos de dominio y por el otro seduce, con posibilidades de imponerse; un triunfo altamente probable. Ni las ideas, ni las acciones, ni el discurso, ni las medidas de la oposición y del gobierno, alcanzarán para superarlo. Porque no hay historia, todo es puro presente, inmediatez y puro espejo. Un individualismo que se mira a sí mismo.  No se pueden cambiar los sentimientos y emociones de las personas cuando se las ha vaciado del sentido de la vida, del sentido solidario, del sentido de la lucha valiente por la verdad y la justicia, y se la ha desacralizado completamente de sus creencias y costumbres, llenándola de un individualismo absoluto y de un desamparo legal y social patentes, porque así se siente y respira en el aire.

La politiquería, le ha quitado a la población el espíritu de lucha comunitario, la participación e involucramiento para el empoderamiento de sus derechos y exigencia de que se cumplan. Los que creemos que, luchar por la verdad y la justicia, solidariamente y eficazmente es posible, tendríamos que salir afuera de las cuatro paredes. De las paredes institucionales, partidarias, ideológicas, intelectuales, de agrupaciones, como primera medida. Y después construir, con el Pueblo pero sólo con el Pueblo, el lenguaje común de la auténtica Política, la palabra de la experiencia dialógica, la que comparte y construye comunitaria y solidariamente el pensamiento y la acción que nos devuelva ese espíritu de sentido y de lucha para una sociedad justa y saludable, no de ideas y pensamientos trillados, o de historias pasadas, o de comunicaciones via celular e internet, sino de cuerpo a cuerpo, a viva presencia, ya que el presente de sobrevivencia es acuciante.

Maximiliano Kolbe, prisionero en un campo de concentración nazi durante la segunda mundial, se ofreció, voluntariamente, a morir en lugar de un padre de familia seleccionado, y le fue concedido.

No hay que esperar ser liberado de la prisión, de los miedos e incertidumbre. Hay que vivir el momento presente intensamente, colmándolo de amor con acciones. Si esperamos, quizás nunca lleguen las cosas. Si seguimos y seguimos esperando, quizás llegue antes la muerte que la liberación.  Hay que hacer, ahora. Hacer la esperanza. Construir ahora el camino de la esperanza. El Hoy sin tiempo es lo importante. No perder la oportunidad de vivir cada día una vida con sentido. Como decía Maximiliano Kolbe: “Todo, absolutamente, sin condición”.

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