¿Te acordás que hace unos días mostrábamos en este espacio que habíamos exportado carne a Japón? Sí, cómo no te vas a acordar, si fue una exportación de 200 kilos nomás, lo equivalente a más o menos media vaquita. Ellos dijeron que era el primer envío de muchos y que pronto les íbamos a mandar las toneladas y toneladas de carne argentina a Japón. Bueno, no, esa noticia no era para eso, no era para ilusionarte con esas futuras exportaciones masivas a Oriente. Era para prepararte para esto que te estamos mostrando.
Ahora resulta que en tu país, el país que supuestamente se caracteriza por su producción de carne vacuna, estamos importando carne vacuna de Japón, que se caracteriza por producir aparatitos electrónicos y esos coches que no los rompés con nada. Es decir, argentino, esto es como quedarse sin el pan y sin la torta: abren las importaciones de electrónicos y de coches, y nos quedamos sin industria nacional. Pero para que no queden dudas, también abren la importación de carne vacuna, así ni siquiera eso vamos a producir.
Ni industrial ni ganadero, paraíso financiero. Acá es donde los “inversores” (va entrecomillado porque no invierten en nada, solo ponen plata a hacer plata mediante la especulación) encuentran las tasas de interés más altas del mundo en los bonos del Estado. ¿Sabés qué significa eso, argentino? Que vos sobrás, porque lo que Jauretche en su momento denunció como modelo de país de la Década Infame que derrocó a Yrigoyen se está implementando de nuevo. Aquello eran 500 familias dueñas de todo, un millón en una “clase media” ocupada de los negocios de esas 500 familias y de la administración del Estado y 9 millones de peones pata al suelo, lo más cercano posible al infraconsumo, totalizando 10 millones de habitantes.
Pero eso era antes, allá por los años 1930. El problema de entonces era un país factoría, una indignidad. Ahora ni siquiera factoría: son 500 familias dueñas de todo y los demás 44 millones que nos vayamos a vivir a la Luna.
Pero claro, como para los medios las cosas en este país ocurren por combustión espontánea, no podía faltar el remate, y es que la Wagyu, esa increíble carne japonesa, pisa nuestro país. Vino solita, no la trajo nadie, nadie abrió las importaciones para que llegue. Simplemente vino y pisa por primera vez la Argentina.
Buen domingo, argentino. Disfrutemos de la novela de los cuadernos, de papas fritas, vermú y good show. Ya hay cada vez menos papa frita y vermú, pero good show, ah, eso no falta.
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