Jueves, 31 Octubre 2024

Una mentalidad social solidaria o la impunidad

Publicado el Domingo, 12 Febrero 2023 20:28 Escrito por

Por las experiencias vividas, por las consecuencias sociales de prácticas culturales que se han vuelto hegemónicas, ya sea por la tecnología, por estilos de vida multiculturales de la sociedad contemporánea, prácticas económicas y políticas inducidas la mayoría de ellas por los medios de comunicación, tanto buenas como malas para los pueblos, por todo ello el imaginario colectivo en la Argentina no tiene hoy una identidad que podríamos llamar por lo menos coyuntural, para hacer frente a la actual crisis más allá de las históricas adhesiones ideológicas que coexisten más o menos abroqueladas alrededor de expresiones políticas tradicionales, la mayoría de ellas anacrónicas a los tiempos que vivimos y fragmentadas.

Si bien hubo momentos históricos que nos aglutinaron alrededor de determinados proyectos de país, consecuencia de haber configurado, o sea dado forma, a ciertos imaginarios colectivos ante crisis profundas, el enfrentamiento entre los intereses de minorías poderosas y mayorías que resisten, ha sido una constante.

Un nuevo fenómeno, producto de estas crisis estructurales no resueltas que son fruto de la originaria organización económica del país, –y superando políticas extremistas que, en estado latente, surgen como en otras épocas de modo descarnado-, ha sido la Plutocracia, es decir, el acceso de las minorías al Gobierno por medio de la Democracia. Esto se debe, por un lado, al auge de las comunicaciones, y por el otro, a la ideología que esas minorías inducen a través de su monopolio sobre los medios de comunicación.

Resultado de esto, es la impunidad de las acciones económicas, comunicacionales, políticas, judiciales y la permanente amenaza del autoritarismo como solución mentirosa entre otras, porque no somos ovejas de un rebaño ni necesitamos que nos ordenen con la fuerza; acciones que generan incredulidad, resignación, indiferencia y abulia social. Se naturaliza la crisis, la decadencia, la frivolidad, el relajamiento de los valores que hacen a la dignidad de las personas, las violencias de todo tipo y el individualismo.

Personas con honestidad, buen tino y sentido común, están ciegas ante la impunidad de los gobernantes que nos mienten, sin actuar ante las injusticias y gobernar con Verdad y no con fines puramente electorales y de Poder, arrodillándose frente a los poderosos locales y al capital extranjero expoliador; impunidad de la Justicia, que no ofrece garantías del amparo y resguardo de la Ley a los derechos de las personas, familias y trabajo de los ciudadanos; impunidad de los empresarios formadores de precios que no les importa –más allá de los supuestos acuerdos gubernamentales y la mirada a un costado de los gobernantes municipales y provinciales- el bienestar saludable de la población; impunidad de los Medios de Comunicación, con un Periodismo sinónimo de la mentira; impunidad de los movimientos y organizaciones sociales que especulan las necesidades reivindicatorias reales de sus representados con oportunismos económicos, políticos y electorales; impunidad del Clero de todo tipo que no alza la voz por los que no tienen voz con su silencio cómplice; impunidad del Sindicalismo, incapaz de democratizarse y transformarse en herramienta de defensa de los trabajadores en lugar de especular política y electoralmente y hacer política y sindicalismo en serio; impunidad de los Políticos, que hacen de la Política una profesión de dinero, Poder, mentira y cinismo, en lugar de cumplir como hacedores públicos y transparentes de la justicia social, humildes y desinteresados, honestos y valientes. La mentira es su actual estigma, yendo de camino al “que se vayan todos”. Porque no se trata de la Política, sino de los Políticos y a quienes responden.

Hoy, la población necesita efectivizar una mentalidad social solidaria. Es posible. Y exigir, sobre todo de nuestros representantes, de nuestras instituciones, de todos los ciudadanos, la vigencia de esa mentalidad. Sin mentiras, sin demagogia, sin electoralismo. Con el ejemplo.

A esta altura del año, el Pueblo argentino sufre una inflación galopante que desvaloriza y comprime la economía familiar, y sabiendo que hay responsables de la misma, la inacción de los gobernantes frente a esta ofensiva del lucro por el lucro mismo, los vuelve cómplices del sufrimiento sin excusas. En estos momentos, todos los gobernantes –oficialismo y oposición- están pensando desvergonzadamente en sus posibilidades electorales mientras la sociedad argentina lidia día por día por sobrevivir y llevar una vida digna, donde los esfuerzos de su trabajo no se diluyan como agua entre las manos.

Necesitamos una mentalidad social solidaria que los detenga. Que no permita ni el continuismo de ningún tipo ni las promesas anacrónicas de siempre. Que exija verdad, justicia y transparencia. Y control de los gobernantes. Que nos abroquele tras el objetivo de una sociedad necesariamente participativa y corresponsable para controlarlos; a través de instituciones y de un derecho que nos contenga, impidiendo que el egoísmo transformado en violencia económica, física, mentira y demagogia siga reinando, negándonos el destino justo y saludable que todos nos merecemos.

Desnudos venimos y desnudos nos vamos. De nada sirve lo acumulado. Lo que unos juntan, extraños desparraman. Las buenas obras, nunca borrarán las malas. El egoísmo, como el crimen, nunca paga. Sólo quedarán las buenas acciones sin grises. Porque las medias verdades, siempre son mentiras. El amor real es lo único que queda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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