El Presidente Mauricio Macri repite una y otra vez que “lo peor ya pasó”, pero los datos oficiales parecen contradecirlo. La economía argentina se encuentra atravesada desde el 25 de abril por una corrida cambiaria imparable, que se suma a la inflación intensa de unos años a esta parte y la notable caída de la actividad. En este contexto se dio a conocer que el 60% de la clase trabajadora es pobre.
Según el Indec, en el primer trimestre del año, más de 8,3 millones de personas tuvieron ingresos mensuales de entre 15 mil y 16.200 pesos, mientras la Canasta Básica Total tenía en marzo pasado un costo de 17.867 pesos, es decir, que para no ser pobre se necesitaban 18 mil pesos mensuales.
Una vez llegado el otoño la situación empeoró aún más debido a los tarifazos de la luz, el agua, el transporte y el gas. A ellos se agregó, la corrida cambiaria, mencionada con anterioridad.
En este marco, la CGT realizó el último 25 de junio un paro general, el tercero en la era Macri y quizás el más importante de los últimos 10 años por su masividad en la protesta y el discurso convocante.
Desde el oficialismo primero se intentó deslegitimar la medida apelando a los millonarios recursos que se perderían por la inactividad impuesta por los gremialistas, reconociendo que son los trabajadores que con su labor generan las riquezas del país, no la especulación financiera.
La estrategia oficial no lograba calar en la opinión, a pesar del esfuerzo que realizaba un conjunto de trolls viralizando en las redes cifras y cuadros. Pero en horas de la tarde, el sindicalista ferroviario Rubén Pollo Sobrero declaró “tenemos que luchar hasta que caiga el gobierno de Macri”. Pidió disculpas luego, pero le ofreció la herramienta justa que necesitaba Casa Rosada para bajarle el precio al paro general. “Son destituyentes”, “quieren terminar con un gobierno elegido democráticamente” comenzó a sonar.
El sindicalismo no se afilió al “Club del Helicóptero”, no está en sus intenciones terminar con el gobierno, es más, hasta se podría afirmar que ha sido el soporte institucional de Cambiemos durante dos años. La realidad es que el gobierno en materia económica no le encuentra el agujero al mate como se dice en el campo. Y a pesar de haber apelado a decisiones salomónicas el modelo macrista no muestra resultados que generen entusiasmo.
Fuimos a pedirle un préstamo al Fondo Monetario Internacional para que no pase. Fue desplazado Sturzenegger del Banco Central y asumió Luis Caputo para que no pase. Pusieron la tasa de interés por encima del 40% para que no pase. Se venden permanentemente reservas para que no pase. Y así todo pasó: El dólar está en 30 pesos.
No existe en el mundo ningún otro país que haya devaluado su moneda en un 50% en sólo dos meses. Aún resta por conocerse las implicancias que generará el traslado a precios de la corrida, pero la realidad es que el poder adquisitivo de los trabajadores se verá fuertemente sacudido, nuevamente, y ahora se desea que no llegue el famoso segundo semestre.