No podemos aceptar que la burla, la denostación, el insulto, la indiferencia a los reclamos y el maltrato, sean lo normal del gobierno y tengamos que aceptarlo. Eso es soberbia. No es bueno. Necesitamos respeto y consideración, el ejemplo de lo bueno, de los mejores valores, de la verdad y la justicia. Porque existen, aunque no los veamos con frecuencia.
Por momentos uno se resiste a la obviedad, solo para que la claridad no resulte odiosa; pero cuando las evidencias son tan elocuentes, cualquier parecido con la realidad deja de ser fantasía. Es más, uno ya no sabe cómo hechos tan contundentes pueden seguir ameritando esperas estériles, hasta no saber por dónde empezar...
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