Como antiguamente en la cueva primigenia, los hombres y mujeres tienen miedo a lo desconocido y suelen amedrentarse, buscando refugio. Pero luego salen a la intemperie a enfrentar el fuego y la tormenta. Por esta última actitud, que nos caracteriza como humanos, la esperanza en la Humanidad es una hierba que siempre crece.