El 23 de Abril, la marcha en defensa de la educación pública es una de ellas. En tiempos en que la ligereza de los sucesos y el formato novedoso de la celeridad informativa hace que no nos detengamos en pensar los efectos reales que conlleva una movilización de esta magnitud, sectores bien diferenciados marcharon en defensa de la educación pública.
El otro hecho a destacar es el paro general convocado por la CGT, el pasado 9 de mayo. Más allá de la opinión o valoración de cada uno de los dirigentes que la integra, es verdad que tienen la legitimidad de sus pares y de una historia que tiene (mal que le pese a algunos) en la reivindicación de los derechos de los trabajadores. El vocero Adorni (lo mejorcito del gabinete) dijo que se trataba de " un paro político"...FIN.
Sin embargo, más allá de estas dos movilizaciones y sus características propias si es claro algo evidente: no existe en ninguno de los dos casos una capitalización política concreta ya sea o de algún espacio o dirigente en particular de semejantes hechos políticos.
Esto nos está diciendo, entre varios aspectos, que existe una gran dificultad de la comunidad argentina para encontrar liderazgos que asuman el desafío histórico que demanda la actualidad. Los dirigentes (de todos los ámbitos) están encontrando problemas al momento de interpelar y hablarle a ese ciudadano que espera mucho más de lo que un político clásico puede ofrecer.
Pensamos entonces que quizás la irrupción de un outsider de la política como Javier Milei tenga que ver con esto, pero tampoco desestimemos el poder del pueblo en la calle, sobre todo cuando se atraviesa un momento de falta de representatividad. En estos momentos más que nunca se necesita templanza.