La posibilidad de una guerra abierta entre los enemigos de Oriente Próximo, que podría arrastrar a Estados Unidos, ha puesto en alerta a la región. Aunque Washington afirma no buscar un conflicto con Irán, advierte que no dudará en proteger a sus fuerzas y a Israel.
Irán lanzó el ataque en respuesta a un presunto bombardeo israelí a su consulado en Siria el 1 de abril, que resultó en la muerte de altos mandos de la Guardia Revolucionaria. Esto ocurrió después de meses de enfrentamientos entre Israel y los aliados regionales de Irán, desencadenados por la guerra de Gaza.
El ataque de cientos de misiles y drones, en su mayoría lanzados desde el interior de Irán, solo causó daños modestos en Israel, ya que la mayoría fueron interceptados con la ayuda de Estados Unidos, Gran Bretaña y Jordania.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó en redes sociales: "Interceptamos, repelimos y juntos venceremos", antes de una reunión del gabinete de guerra para discutir una respuesta al ataque.
A pesar de haber frustrado el ataque, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró que la campaña militar no había terminado y que "debemos estar preparados para cualquier escenario".
El Canal 12 de televisión israelí citó a un funcionario anónimo que dijo que habría una "respuesta significativa" al ataque.
Potencias mundiales como Rusia, China y Francia, así como países de la región como Egipto, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, han instado a la moderación en este tenso contexto.