Jueves, 28 Marzo 2024

Bukele: “el fantasma de los autoritarismos recorre América Latina”

Publicado el Domingo, 02 Abril 2023 22:53 Escrito por

Como dice el título este fantasma autoritario que recorre la región que hoy podríamos llamarlo Bukele, por ser en la actualidad, la deriva autoritaria que más visibilidad ha tenido en este último tiempo, a quien muchos intentan imitar, al menos en las expresiones discursivas, porque algunos aún carecen del poder de Bukele, pero no es un dato menor las expresiones. Porque al final terminan convirtiéndose en relato y ese relato empieza a crear marcos discursivos y lo peor de todo es que esos marcos terminan encajando en cualquier situación regional.

Pero lo no que se mide, son las consecuencias de esos relatos, de esos marcos, porque en el enojo “razonable” y remarco razonable, porque sin ir más lejos en cuarenta años de democracia en Argentina, hemos comprobado que no era suficiente con decir y parecer democráticos, sino que la democracia si bien se ha mantenido estable en el caso de nuestro país, es constatable que, con garantizar elecciones libres y competitivas, no alcanzaba. La democracia requería y requiere más cosas. Como muchos recordaran lo que decía en su discurso el ex Pte. Alfonsín, que con “Con la democracia se come, se cura y se educa”, pero hoy podemos constatar en los últimos datos de los índices de medición de pobreza, por ejemplo, que no se estaría reflejando eso que parecía que con la democracia ya lo teníamos garantizado.

Esto significa que la democracia todavía tiene grandes desafíos por delante, no caben dudas que para muchos de nosotros, de los que tenemos por cercanía generacional el recuerdo algo más nítido de no vivir en democracia, de los horrores de una dictadura, pero el problema son las nuevas generaciones y no es que sean ellas el problema, es decir, la democracia no ha alcanzado los estándares para convertirse en una democracia plena, tanto en la Argentina como en gran parte de la región, se está frente a democracias defectuosas y algunas ya han pasado a otro estadio, de defectuosas a interrumpidas, caso Venezuela, Nicaragua y otras como el de El Salvador, donde el presidente Bukele ha empezado a recorrer un camino del casi lineal  hacia la pérdida total de la democracia, por ahora se podría decir que se ubica dentro de lo que se denomina un “autoritarismo competitivo”, categorías diseñadas que van dando cuenta de este recorrido hasta llegar a convertirse en meras dictaduras.

En lo referido a nuestro país, estamos frente a un año electoral, el cual se presenta complejo, y lo que se puede observar es el surgimiento de personajes que se aprovechan de la llamada “grieta”, que a mi parecer no es más que la diferencia y en esto claramente no menor, porque de cada lado de la grieta hay dos modelos de país, diferentes, opuestos, de un lado, tenemos lo que representa un gobierno para pocos, un gobierno que cree que, para qué hacer universidades si los pobres no llegan a la universidad, un gobierno que en su discurso de lanzamiento de uno de sus candidatos apela a la moderación, a salirnos de la grieta y pero cuando por estrategia electoral, y en cuanto estrategia electoral me refiero es que, cuando los números no dan, se decide sumar opciones diferentes aunque eso signifique correrse de lo dicho primero, porque en definitiva,  la finalidad en términos utilitarios es ganar, simplemente ganar.

Apela a la moderación en el discurso, pero cuando observa que con eso podría no llegar a alcanzar el triunfo, suma opciones más radicalizadas, no moderadas, para ser más claros, de esos que creen que la libertad pasa por “meter balas a los falsos mapuches, a dar batalla contra “el curro de los derechos humanos”,  hay otros dentro de este espacio que proponen armar a la sociedad para defenderse, de crear cárceles para narcos, como si esa fuera la solución, entonces dentro de este lado de la grieta tenemos a los que evidentemente su modelo de país no es inclusivo, no es para todos, sino de los privilegiados.  Donde la moderación es solo discursiva, porque si para ganar es necesario correrse cada vez más a la derecha, es una opción que no se descarta.

Del otro lado de la grieta tenemos los que con sus aciertos y fallas intentan gobernar para todos, los que creen en la educación pública, en la salud pública, los que creen en la necesidad de la justicia social, de la inclusión, en los que a pesar de todas las críticas y posiblemente con muchos desaciertos, pero que por donde mires y no hablo desde lo emocional, sino desde los datos, un país tan grande como la Argentina, que en el momento más difícil no solo para Argentina sino para el mundo, en el momento en que se declaró la pandemia del Covid, el gobierno logró con mucho esfuerzo y sobre todo con mucho esfuerzo colectivo, que en cada provincia, ciudad, pueblo llegaran las vacunas para hacer frente a la pandemia, a pesar de que del otro lado, de los que quieren otro país menos inclusivo, contrariaran y criticaran toda disposición nacional, pero aun así transcurrió la pandemia del Covid en nuestro país, con costos sobre todo en vidas humanas mucho menores, que comparado con muchos países de la región se logró tener el mayor número  de  población vacunada en tiempo y forma y el número de personas fallecidas por Covid no llegó a las cifras exorbitantes de otros países de la región e incluso de países europeos.

 Por lo tanto, esta es la otra Argentina o el otro modelo de país, el de un gobierno que intenta ser para todos, que cree que no se puede gobernar para unos pocos, que piensa y cree que las mujeres, las disidencias debemos ser parte, que sigue apostando por lo público, y resalto lo público porque sabemos que eso es lo único que es de todos, que sin importar cuál sea tu ideología, tu sexo, género, condición social, tus méritos, etc, nos pertenece a todos, todos podemos acceder.

Hay algo que considero que resulta necesario aclarar es que, en este modelo de inclusión y justicia social, es necesario realizar varias autocriticas, porque efectivamente los desaciertos han sido muchos y eso se hace evidente en los datos, en la pobreza, desocupación, inflación en la economía en general, en la justicia, y podríamos enumerar muchos más, muchos de los cuales son estructurales, de larga data y otros coyunturales, como la pandemia, la guerra de Rusia con Ucrania, situaciones que han venido a agudizar viejos problemas y a crear otros, por lo tanto el desafío y no hablo solo en cuestión democrática, sino el desafío de este modelo es profundizar la justicia social, la inclusión, teniendo como norte esto, avanzar en la construcción colectiva de un modelo productivo y de una economía incluyente, de una justicia con alcance real, con una educación y salud pública de calidad y esto se logra con mucha voluntad política, con una decisión firme, con la mirada puesta en lo colectivo.

Pero antes que nada para lograr esto es necesario reconocer y hacernos cargo y preguntarnos, no será que estas opciones tan radicalizadas, surgen por nuestras fallas y si en vez de criticarlas empezamos a accionar para demostrarles, pero con hechos que reconocemos nuestros desaciertos y creemos firmemente que los cambios solo se pueden hacer desde lo colectivo, con las instituciones democráticas, dentro de un Estado de Derecho, que como decía el politólogo Guillermo O’Donnell, “no es un problema si el Estado es más grande o más chico, lo que es necesario que las instituciones democráticas sean efectivas, eficaces y confiables”. Ese es el gran desafío de este modelo para los políticos que integran este espacio y para la política democrática en general.

Esos son los dos modelos de país, de un lado y del otro lado de la grieta, pero no termina ahí el problema es que tenemos un tercer modelo, un modelo más cercano a uno de estos, pero mucho más ubicado en el extremo, un modelo que no cree en el Estado, ni en las instituciones democráticas, un modelo que construye su narrativa en tormo a ciertos malestares de la época, que apela a la rebeldía y ahí está su centro de apoyo, es ese marco discursivo que compran sobre todo los jóvenes, pero también muchos enojados con la falta de respuestas o mejor dicho por estos problemas y desafíos democráticos no resueltos aun.

Mirando el cuadro desde una cierta distancia se podría decir que la grieta y los lados opuestos ocupados por ella no es más que lo que siempre se vio, dos modelos de país, dos visiones, una más inclusiva, siempre apelando y promoviendo la ampliación de derechos  y la otra más excluyente, con la cual ya hemos tenido ejemplos de estos gobiernos, recortes de derechos, concentración de la riqueza en pocas manos con el consecuente peligro, que de ser necesario se corran un poco más a los extremos, pero el peligro radical y valga la expresión radical, es el otro modelo, ese que va en contra de la democracia, del Estado de derecho, que descree en las instituciones democráticas, ese que le pone distintos nombres al fantasma del autoritarismo en la región, dependiendo de quien lo personifique pero que en esencia no es más que la antesala a la no democracia.

Como dice el reconocido politólogo Andrés Malamud, “esas opciones anti establishment son funcionales a la democracia, no le hacen mal, porque dentro del sistema electoral le ofrece a la gente un boleta con un nombre con una propuesta, obvio anti establishment, pero lejos de hacerle mal a la democracia, porque que la ausencia de alguien que proteste dentro del sistema electoral, es lo que si le hace mal a la democracia, en cambio la presencia de un candidato alternativo es bueno para ella y es malo para los políticos que están, pero no es malo para la política, porque a la política estas opciones le hacen bien mientras no ganen.”

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Claudia Lobato

Politóloga - Licenciada en Ciencias Políticas

UNTREF - ULP

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