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Se enseña a leer gratis! cartel en la casa de Tata, la seño de la escuelita de campo

Publicado el Miércoles, 16 Marzo 2022 11:02 Escrito por

El cartel resalta en la vereda calma de esta mañanita otoñal. Miro sorprendida el cartel y recuerdo haber leído quien era la Seño Tata. Comparto con ustedes la descripción de La Seño en la revista  infantil Juana y Pascual.

Mi nombre es Tatá Evangelista, soy docente y trabajo en la escuela Número 35 Granadero Basilio Bustos del paraje Estación Río Quinto

Trabajo como directora y maestra, de un plurigrado, que tiene todas las secciones. Después de haber estado mucho tiempo cerrada, en el 2006 inauguramos la escuela nueva del paraje, y con ella, empezamos a sentir que algunos sueños eran posibles, (hablo en plural, porque lo sentía la gente pero también lo sentía yo).

Y esa escuela nuevita, nuevita, calentita en invierno, albergó a la comunidad que estaba deseosa de instituciones que la convocara. Creo que ahí nació la identidad de la escuela, esa que le da saberse de puertas abiertas. La 35 se convirtió en una escuela para niños, en un lugar de reunión para organizarnos como comunidad, y en un lugar de crecimiento para todos.

Los adultos tienen su lugar cuando por la tarde o los sábados se hila la lana de oveja y se enseña técnicas ancestrales de tejido de telar, curtido de cueros, cuidados y reproducción de plantas medicinales y aromáticas, organización de la quinta comunitaria, manejo de gallineros para la comercialización de huevos, cuidado de porcinos para autoconsumo. Esa característica tiene la escuela, paradójicamente sin vecinos cercanos , pero siempre llena. La escuela en sí, la urbana y la rural, creo yo que deben garantizar el derecho a la educación, es fundamental que los docentes lo tengamos en claro. Porque la escuela, en su papel socializador y formador, debe entregar las herramientas con la que cada cual interpretará el mundo que le toque vivir. Lo que más me gusta de mi trabajo es que no he perdido la capacidad de asombro y aprendo muchísimo. Siento que el campo, el paisaje y su gente, me alfabetizaron, en cierta forma. Con olores, con colores, texturas, con su viento golpeándote la cara todos los días, me ha enseñado a leer la historia con otros lentes.

Los desafíos que tenemos los docentes rurales es saber convivir con la “soledad pedagógica”, uno reflexiona con uno mismo nomás, no está el compañero que te indique de qué otro modo podés probar enseñar la división o la interpretación de textos. Para salvarla, a la sensación de soledad, a mí se me dió por escribir, registrar mi práctica, eso me ayuda a tomar decisiones. ¡Las gratificaciones son muchas! La escuela para mí es el terruño donde todo está para descubrir, un espacio que alberga, que cuida, que acompaña, que despliega alas. Un lugar donde no tiene cabida el daño y donde la infancia es cuidada. Yo soñaba con ser maestra y algún día decir un discurso, escrito para las autoridades, donde pudiera hablar y dar fe que el hecho educativo es revolucionario en sí mismo.

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Claudia Sosa

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