Primeros pasos a la inclusión trans en la élite
En 2018 el maratón de Boston anunció que todos aquellos corredores trans podían competir en la categoría adecuada a su identidad de género. Muchos atletas de élite, como Paula Radcliffe, se pronunciaron en contra de los requisitos de ingreso a los atletas trans en uno de las maratones más elitistas del mundo, exponiendo que esa actitud era injusta para las mujeres. Radcliffe publicó en Twitter que permitir que los corredores trans compitan en la categoría de mujeres podría privar a una mujer de un lugar de clasificación en la competencia de élite.
En 2019 la polémica saltó por causa de Cece Telfer, la atleta trans que como mujer quedaba en la NCAA en puestos en los que no había quedado jamás cuando competía como hombre. Sin embrago, en unos Juegos Olímpicos nunca había habido un atleta trans, por eso, Laurel Hubbard hará historia en Tokio 2020.
Las directrices actuales del Comitè Olímpico Internacional para deportistas trans se establecieron en noviembre de 2015. No exige cambios anatómicos quirúrgicos para participar en sus competiciones deportivas, pero sí obliga, en el caso de las mujeres, a que mantengan sus niveles de testosterona por debajo de 10 nanomoles por litro durante un periodo de, al menos, 12 meses. La razón por la que se exige a las deportistas profesionales mantener bajas sus hormonas masculinas es para que no tengan una ventaja frente a sus competidoras. Ahora el COI, en estos Juegos Olímpicos de Tokio 2020, ha admitido que las directrices para los atletas transexuales no son las adecuadas. El nuevo marco se anunciará en los próximos dos meses.
La testosterona
Gran parte de la diferencia entre el rendimiento de hombres y mujeres, entre un 8% y un 12%, se le pueden atribuir a la testosterona. Supone una ventaja enorme. Los hombres pueden tener 30 o más nanomoles por litro (nmol/l) de sangre, mientras que la media de una mujer se mueve entre dos y tres.
Una investigación del Karolinska Institute de 2019 para comprobar si las hormonas que se administran para el cambio de sexo tienen efecto en la función y el tamaño de los músculos de las personas receptoras demostró que, tras un año de tratamiento y reducción de testosterona, las mujeres trans todavía mantenían ventaja sobre las mujeres biológicas. En el estudio participaron 11 mujeres trans (genéticamente hombres) y 12 hombres trans (genéticamente mujeres).
Mujeres con alta testosterona
Algunas mujeres pueden tener niveles muy elevados de andrógenos, como es el caso de la sudafricana Caster Semenya. Semenya es una atleta con hiperandrogenismo, lo que provoca que sus valores de testosterona sean superiores a los de mujeres que no lo son. Después de su asombrosa superioridad (1:55.45 en los 800 m.) en los Mundiales de Berlín, la IAAF le impidió competir si no reducía sus niveles de testosterona por debajo de los 5 nanomoles por litro de sangre. Ahora no puede competir en las distancias en las que es especialista, los 400 a los 1.500 metros. La Federación Internacional de Atletismo obliga desde 2019 a las atletas a mantener los niveles de testosterona por debajo de los 5 nanomoles por litro durante un periodo continuado de al menos seis meses para competir en pruebas de entre 400 metros y una milla.
Semenya es mujer, nació con cuerpo de mujer y se siente mujer; pero se tiene que medicar para competir. La campeona sudafricana llevó el caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el pasado febrero. Lo mismo les sucede a otras mujeres como Francine Niyonsabe o Aminatou Seyni. Ellas no son transexuales, sino que sufren androgenismo. Se espera que el Comité Olímpico Internacional aborde la cuestión después de los Juegos de Tokio.
No todo es cuestión de testosterona
Janice Turner, columnista de The Times, cree que las atletas trans son injustas con las mujeres, que las atletas que nacieron hombres tienen una clara ventaja biológica en relación con el tamaño, la masa muscular y la capacidad respiratoria. Es sobre todo preocupante en atletismo. "Aunque tomar hormonas femeninas reduce la masa muscular y la densidad ósea, siguen existiendo muchas ventajas biológicas: un esqueleto más grande, una zancada más larga, una mayor capacidad pulmonar y una pelvis más estrecha -sin el obstáculo de los órganos reproductores femeninos-, todo ello más adecuado para la velocidad", señala Turner.