Imprimir esta página

Avísenle al rey que está desnudo

Publicado el Martes, 26 Julio 2022 08:46 Escrito por Iván Ojeda

Cuentan que hubo un Rey al que le hicieron creer que podía vestirse con un traje fabuloso; invisible –le dijeron- para los que no eran inteligentes. El Rey salió de paseo con su traje, escuchando a la multitud  que alababa su elegancia para parecer inteligente también, hasta que un niño gritó: “¡El Rey está desnudo!”

¿Cómo ignorar el shock inflacionario que se está produciendo especialmente en los precios de los alimentos? ¿Cómo ignorar el sufrimiento que significa el desempleo, recurrir a los Comedores Comunitarios la familia o parte de ella, vivir con una jubilación o pensión mínima, ajustarse en los gastos diarios para pagar impuestos o créditos de necesidad, para poder vivir? Ésa es la verdadera inestabilidad social.

Lo económico incide sobre lo político y esto sobre lo social, pero sin estabilidad social no hay estabilidad política ni económica. La estabilidad social deviene necesariamente de los medios económicos que disponga la población para solventar sus necesidades básicas.

A los gobernantes, hay que recordarles y exigirles que se deben a su Pueblo, no a los poderosos. Las recientes corridas cambiarias para producir una devaluación, generando la suba indiscriminada del dólar ilegal para que se tome falsamente como referencia del aumento de los precios, especialmente por los grandes productores y comercializadores monopólicos que los aumentan en toda la cadena distributiva, sabiendo muy bien que sus costos e insumos se cotizan al dólar oficial y para nada con el dólar ilegal; sumándosele el acopio especulativo de los grandes concentradores de la producción del campo, de los concentradores de la harina, carne y aceite –pese a ser productos subsidiados por el gobierno-, el monopolio agroexportador,  la concentración productiva de la gran industria y supermercados, que les interesa sólo la rentabilidad y para nada el bienestar social de los argentinos porque –dicen- es sólo un negocio.

Frente a la indecisión y tibieza política del gobierno –equivalente a grave omisión de responsabilidad, que no admite duda de prioridad-, cualquier crecimiento económico, cualquier reconocimiento de crisis con los grupos de poder que tratan de “romperle el brazo”, no bastan los discursos para detener esta arremetida política e ideológica de consecuencias graves para la población, porque el “bla, bla” quiere ocultar pero visibiliza las concesiones a las presiones de los grupos de poder pensando que su condescendencia a las demandas de los adueñados de la argentina los va a detener, cuando en realidad éstos persiguen objetivos más que económicos a corto plazo, objetivos políticos e ideológicos ahora, llevando al país a un peligroso andarivel de reacción social que ni ellos mismos ponderan las consecuencias. El gobierno habla de crecimiento económico, pero no se ve distribución del ingreso traducido precios, salarios y empleo. El sindicalismo, como de costumbre, si no se lo empuja está mudo.

Esta arremetida es política e ideológica porque busca crear condiciones para hacer caer al gobierno, a lo que se suman –además de la discrecionalidad judicial- los aullidos de cimarrones desde el oportunismo partidocrático neoliberal, como de nostálgicos de la dictadura o de los apresurados seguidores de manuales de la revolución.

Sin embargo, pese a la tibieza e inacción de decisiones firmes e inmediatas del gobierno, la defección o realismo de algunos sectores de la oposición está demostrando que ese embate no cuenta con un frente de batalla abroquelado como quieren imponer los medios de comunicación monopólicos, salvo –claro está- que en el corto plazo no se tomen medidas políticas y se profundice la crisis.

Esto se ve claramente con la diferencia que están haciendo los mismos productores medianos y pequeños del campo, distinguiéndose de los concentradores y acopiadores; la reacción de las Pymes y de algunos industriales frente a la escalada de precios que se pretende; la huida hacia mejores ofertas del exterior de algunos especuladores financieros; el descenso de los precios internacionales de cereales por la liberación de granos por parte de Rusia y Ucrania; el llamativo silencio y desconcierto de algunos sectores civiles y políticos de la oposición dubitativos de que esta vorágine los arrastre a consecuencias impensadas.

Por ello insistimos en preguntarnos si estamos ante una puja política o económica. Nos preguntamos por qué el Gobierno no controla las cadenas de valor; por qué no se desprende de las Leliq que son una bomba de tiempo y deja de financiar a los bancos; por qué se deja extorsionar con los acopios especulativos de cereales teniendo instrumentos legales para hacerles frente; por qué demora medidas urgentes como el impuesto a la renta inesperada, que es una cuestión de justicia, y blanquear las ayudas sociales estableciendo el Salario Básico Universal, que en realidad no supera el 3% del PBI, sin contar las contraprestaciones que se podrían lograr progresivamente transformando el trabajo informal y el desempleo en trabajo genuino.

Hay mucha pobreza. Una pobreza que no legitima la indiferencia e hipocresía de las inhumanas justificaciones que acusan a los pobres de ser pobres, de no trabajar aunque trabajen informalmente, de tener planes sociales y marchar por trabajo genuino y digno, de tener hijos sin pensarlo como si traer hijos fuese una maldición, y hasta de hacer esfuerzos para tener las comodidades para una vida digna. ¿Quiénes son los hipócritas?

Cerrar el camino económico, legal y político a las clases populares, es comprimirlas en una olla a presión que comienza a hacer ebullición con movilizaciones, y termina saliendo a la calle por desesperación. Es responsabilidad tanto del gobierno por no tomar decisiones, como de la oposición por dar lugar a los Grupos de Poder. ¿Escucharán la voz del Pueblo? ¿O habrá que gritarles que están desnudos?

Visto 4098 veces