Aquel enero de 1913, el Aero Club Argentino había organizado un raid aéreo entre Buenos Aires y Mar del Plata. Origone ya era Teniente, y había obtenido su “brevet” internacional como piloto otorgado por la institución, con el número 17.
Tiempo inclemente aquella mañana de lluvia, viento y niebla. Los dos prestigiosos pilotos europeos que participaban en ese evento deciden no volar, porque “solo un loco puede subirse a un avión con semejante tiempo”,dijeron. Origone desoye, desafía, se prueba a sí mismo, insiste ante los organizadores y sostiene que no va a dejar al público presente sin vivir la emoción y que además, no está dispuesto a inhibir su propia adrenalina.
El “Bleriot” de 50 hp., siempre dispuesto a no contrariar las decisiones de su amo, inicia el vuelo. A los cuarenta minutos y desde unos 300 metros de altura, el avión se lanza en picada, como un cóndor moribundo, para estrellarse en tierra. Así, el puntano villamercedino Manuel Félix “aviador Origone”, se convierte en la primera víctima de la aviación civil y militar de la República Argentina. Su ejemplo, su coraje kamikaze y su desafío, han sido admirados y venerados por las generaciones de aviadores y ¡cómo no!, también de aquellos héroes que perpetuaron su memoria en la heladas aguas de Malvinas.
Sus restos descansan al pie del monumento erigido en su homenaje, en la ciudad que lo vio nacer.
Fuente: Villegas, J. (2011), “Escenas de la Historia de San Luis”. Argentina. Editorial San Luis Libro.