Tal cantidad de información requirió de tiempo para ser procesada, pero las conclusiones hablan por sí solas: estos datos permitieron comparar la evolución del Sol con los datos de miles de estrellas de igual masa y composición, identificando así los momentos en los que el Sol alcanzará su temperatura máxima y también su final, el momento en el que dejará de brillar.
Actualmente, el Sol se encuentra cerca de la mitad de su vida con un total de 4.570 millones de años. Sin embargo, la comparación de los datos solares con los del resto de estrellas de características similares ayudaron a predecir el futuro del Astro Rey, concluyendo en que alcanzará su temperatura máxima histórica en el momento en el que se aproxime a los 8.000 millones de años de edad. Asimismo, los modelos estudiados indican que dejará de brillar para convertirse en una Gigante Roja cuando sobrepase la barrera de los 11.000 millones de años. A partir de ese momento, el destino del Sol será convertirse en una enana blanca.
El Sol alcanzará su temperatura máxima histórica en el momento en el que se aproxime a los 8.000 millones de años de edad, de los que llevamos 4.570 millones de años.
Mediciones con una precisión inusitada
Equipada con dos telescopios ópticos y una cámara de mil millones de píxeles de resolución, la sonda que es la punta de lanza de esta misión europea ha conseguido analizar la composición, luminosidad, velocidad, temperatura y composición de más de 2.000 millones de objetos del espacio. Gracias a su precisión, los datos permitieron analizar la fuerza y la amplitud de las líneas espectrales de estos objetos celestes, un indicador clave para conocer su edad, temperatura y luminosidad.
La correlación de ambos parámetros permite clasificar a todas y cada una de las estrellas del Universo en el Diagrama de Hertzsprung-Russell, una de las piedras de toque de la astrofísica moderna. Este diagrama permite trazar la luminosidad intrínseca de una estrella frente a su temperatura superficial relativa, por lo que al hacerlo revela cómo evolucionan las estrellas a lo largo de sus ciclos de vida. Si bien la masa de una estrella cambia relativamente poco a lo largo de su vida, su temperatura y tamaño sí varían a medida que envejecen.
En busca de análogos solares
En la actualidad, el Sol con sus 4.570 millones de años de edad sigue quemando helio e hidrógeno de manera estable, pero eso no será siempre así. A medida que el hidrógeno vaya acabándose en su núcleo, se espera que termine convirtiéndose en una Gigante Roja con una menor temperatura en su superficie. El equipo de científicos que filtró e interpretó los datos, con Orlagh Creevey a la cabeza, se centró en estudiar las estrellas con temperaturas de superficie comprendidas entre los 3.000 y los 10.000 Kelvin, pues la temperatura de la superficie solar es de 6.000K.
¿El objetivo? Identificar "análogos solares" en los datos de Gaia para encontrar estrellas que puedan albergar a su alrededor exoplanetas con condiciones similares a la Tierra. Además, al comparar los datos de temperatura, composición, masa y gravedades superficiales, encontraron 5.863 estrellas con unos datos similares al Sol tal y como se conoce en la actualidad.
Uno de los objetivos de la misión Gaia es encontrar estrellas que puedan albergar a su alrededor exoplanetas con condiciones similares a la Tierra.
"La misión Gaia ha llegado hasta todos los campos de la astrofísica", afirma Creevey. Su precisión suprema ha ofrecido datos más precisos que nunca y abre todo un mundo de posibilidades para las nuevas investigaciones del Universo.