Quedaron a cargo de un trabajador rural que los alimentó y cuidó. Al poco tiempo, los animales se reprodujeron y hoy son una familia de 4. Se calcula que los mayores tendrían entre 18 y 15 años, y los dos más jóvenes alrededor de 14.
“El agricultor, que no tenía experiencia en el cuidado de grandes depredadores, se acercó a las autoridad en busca de ayuda. Mientras tanto, seguía cuidando a los tigres, con su limitada experiencia y recursos.
"Sin una propiedad privada, las autoridades y el agricultor iniciaron procesos legales por tres años. Pero, sin una solución en cuanto a dónde se podrían reubicar, se encontraron en una situación de estancamiento", añadieron.
Los equipos del Ubuntu Wildlife Sanctuary (Santuario de vida salvaje de Ubuntu) y The Wildlife Advocates Foundation (La Fundación de Defensores de la Vida Silvestre) visitaron la provincia para evaluar la situación de los felinos. Pudieron confirmar “las condiciones físicas y psicológicas, sus condiciones de vida, problemas a corto plazo y posibilidades legales de reubicación”.
“Lo que encontraron fue desgarrador: un vagón abierto con rejas que los exponía a condiciones climáticas extremas, con temperaturas de verano de más de 30 grados, viento que soplaba sobre la tierra seca, y solo un pequeño refugio nocturno a modo de escondite”, precisaron.